sábado, 16 de junio de 2007

La velocidad de la luz y Sean Connery: Un estudio.

He estado pensando en qué temas puedo desarrollar de una manera asertiva en el blog. Ustedes saben, somos universitarios, argumentar tu punto de vista sobre un tema cualquiera debe ser respaldado por hechos concretos, falacias de recurso a la autoridad y todas esas cosas que nos encanta en la Católica. El problema es, realmente no hay mucho sentido en tratar de fundamentar en quince párrafos por qué no me gusta la torta. Es verdad. No tiene mucho sentido comer torta. Piénsalo un minuto. ¿Listo? La torta es mi criptonita. Los únicos momentos en los que me encuentro con la torta es en los cumpleaños, y aquí viene mi único argumento: ¿Quién quiere torta después de todas las cosas que comiste y toda la chicha que bebiste? Nadie.
Realmente no valía la pena escribir un artículo entero sobre cuánto me desagradan las antorchas comestibles. Es por esta razón que la mitad de este artículo estará dedicado a ese montón de cosas que por varias razones (en especial la flojera) no decidí hacer una entrada individual para ellas.

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Empecemos por la velocidad de la luz. Viajemos al pasado. Circa 1994, primer grado. Este fue el año en el que conocí al superhéroe conocido como Superman. Era un tipo con el que me podía relacionar completamente, después de todo, tenía problemas de torpeza como yo a tal punto de ponerse el traje en un orden menos que ideal, también como yo, y además nadie lo reconocía. En fin, el Superman que conocí fue el de la Era de Plata de los comics, el que tenía la habilidad de viajar a la velocidad de la luz. Esta habilidad le permitía revertir la rotación del planeta al volar a su lado (?) con lo cual Superman podía viajar en el tiempo. Recuerdo que estaba en la casa de mi abuela,en la cocina viendo este programa sobre Superman y lo primero que se me vino a la mente fue en entregarle licencia artística a Clark Kent por orinar con orgullo en el Segundo Principio de la Termodinámica y en la flecha del tiempo. Esa misma tarde, el que casi se orina fui yo, al descubrir que podía viajar a una velocidad mayor que la luz. A mis 7 años, era el taquión más carismático que jamás hayas visto. Había quedado fascinado con el descubrimiento del viaje en el tiempo, lo único que quedaba ahora era poner en práctica mis poderes. Poderes que descubrí esa tarde en la biblioteca de la abuela, presioné el interruptor y al ver que la luz como que se prendía y se apaga antes de prenderse totalmente y yo me seguía moviendo a la misma velocidad tuve que sentarme de la excitación. No me tomes por un imbécil o por un estudiante de la Toulouse-Lautrec, por supuesto que hice un par de pruebas más para confirmarlos. La segunda prueba consistió en cerrar los ojos muy fuerte y luego abrirlos, me di cuenta al abrirlos (luego de ver dinosaurios y a Doug Narinas en color tornasol cuando los tenía cerrados) de que la luz se demoraba más tiempo en llegar a mi cerebro que la cantidad de tiempo que me tomaba hacer 10 ranas. Como Superman, pensé. El hecho de que la forma de mis manos al hacer jazz hands se perdiera era simplemente la cerecita que confirmaba mi status como protector de la Urbanización La Aurora. Luego me aburrí y dejé de pensar que tenía ese poder.


Me he dado cuenta de que me quejo mucho, y me encanta, pero para cambiar un poco voy a mencionar dos cosas que me encantan y que son pura bondad. La primera, Coca-Cola. Néctar de los dioses, escribo "el lado coca-cola de la vida" en casi todo lo que encuentro, desde arbolitos hasta nalgas. Sería una simple gaseosa si no tuviera origen divino; además, desde que me enteré que en teoría la Coca-cola es buena para el dolor de barriga siento que es como mi ángel de la guarda, que me protege cuando sufro de una resaca terrible o de haber almorzado en la facultad de Letras.
La otra cosa que me encanta es la internet. Es una cosa divina, como San Miguel, el ángel con poderes telepáticos y dagas. Como parentesis quiero mencionar que George Washington medía dos metros y medio y pesaba una maldita tonelada. Ah, y mataba por diversión. La internet. Puedes encontrar lo que sea, lo digo por experiencia. Incluso las cosas más ridículas que se te puedan ocurrir, o esa fantasía que has tenido desde que tienes uso de razón, o simplemente algo raro de Japón, en la internet lo encontrarás.

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Fue gracias a la internet que puedo ilustrarles de una mejor manera la idea que ha estado en mi cabeza durante los últimos tres años aproximadamente. La idea en cuestión: una película sobre la niñez de Stephen Hawking. Una aventura que nos lleve adentro de la mente del niño que quiso ser un robot. "Los años mozos de Stephen Hawking" es un proyecto de toda una vida y estoy dispuesto a dedicar la mía para tal empresa. El Stephen Hawking en cuestión: un niño actor que encontré en internet, un sujeto que probablemente fue rechazado de todas y cada una de las audiciones para la primera película de Harry Potter pero que resultó perfecto para "Los años mozos".

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Con la ternura de una rata y el sentido del humor de una chica de la fotocopiadora, Todd Bosley sería perfecto para el rol. La trama en cuestión: *Spoilers* Todas las personas que sean más cultas que un periquito australiano deben saber que la historia de Hawking es la de un MegaMan moderno. Yo pretendo echar luz a su origen, a la "Hawking Begins", narrando sus inicios como un niño indefenso ante el mundo, el dominio de la teoría clásica sobre la cuántica y la sed de justicia de nuestro pequeño androide. El creía en la teoría cuántica más que nadie y no descansaría hasta coronarla reina de "a nadie que estudie letras le importa".

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Grave problema, MegaHawk había sido creado para ser un androide de limpieza del hogar y no tenía la fuerza suficiente para contraarrestar el terror causado por nuestro villano.

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El villano en cuestión: Albert X. Einstein, un científico loco aferrándose a ideas que dejarían de ser relevantes muy pronto. Aquí pretendo crear una subtrama ya que X. Einstein es el creador de MegaHawk y además postuló la teoría cuántica, muy a su pesar, ya que la odiaba. No sé por qué aún, asumo que se debe a su latente racismo y homosexualidad. El error de X. fue darle una conciencia a nuestro pequeño amigo y subestimarlo.

A lo largo de la película, Stephen va recolectando partes de su armadura mientras se acerca al castillo de Einstein, matando y violando todo lo que se mueva. El final de la película termina con el pequeño Steve derrotando a Einstein, quien piloteaba un robot de 4 pisos. El final deja la posibilidad de una secuela gracias a las últimas palabras de Einstein quien asegura a Stephen que hay un loco que pone gatos en cajas que responde al nombre de Edwin Schrodinger, quien se encargará de acabar con él. Stephen Hawking está preparado. El futuro queda advertido.

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Yo creo que tiene bastante potencial. Ah, y si se lo habían estado preguntando:


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1 comentarios :

  1. Anónimo dijo...

    y Niels Henrik David Böhr?
    y Max Karl Ernst Ludwig Planck?
    y Werner Karl Heisenberg?
    Y GONZALO IWASAKI?!