lunes, 2 de junio de 2008

Guía del Estudiante PUCP II: Ojalá Que Llueva Café en el Campus

El tiempo ha llegado. Tienes frío, abres los ojos y te das cuenta de que estás casi calato frente a una multitud caracterizada por un olor que estás empezando a conocer: una mezcla de arte, café, soberbia y tíos bigotes. Tienes miedo. Deberías tenerlo, idiota, ya que no posees el segundo volumen de la Guía del Estudiante PUCP según un tipo que vive en la Internets y se hace llamar el queso. Cuando crees que tu vida no puede ir peor, bajas la mirada y te das cuenta de que tu calzoncillo es Boston. Bienvenido al acabose. Para el resto de ustedes: ahora que saben dentrear a la universidad, aprendan a sobrevivir en ella leyendo un pequeño algo titulado:

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Como diría Voltron: Vamos por partes.

Nutricionistas de Tontódromo

Mira cachimbo, esto es algo que tienes aprenderte: la universidad católica odia a Alfredo Bryce Echenique. Desde 1917 cuando el dueño de la Católica –Pontificio Pando, según una flaca de Educación (rica)- leyó Un Mundo para Julio Andrade y no le gustó porque no hubo sexo con la empleada, se ha prohibido la lectura de sus obras. Para conmemorar los 91 años de odio al autor la PUCP ha lanzado una campaña en contra de Bryce y todo lo que el tipo representa; por lo tanto, se ha prohibido el plagio en todo el campus y ya no es tan recomendado tomar alcohol por el estacionamiento.

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Le están dando con fuerza a esta campaña, porque estos carteles se pueden encontrar por todas partes. Parece que la campaña ¡Vamos a leer! no fue tan eficaz y decidieron cambiarla por Jódete Bryce, no eres tan regio como Vargas Llosa, pero todo eso no entraba en esos carteles así que se fueron por el lado sutil.

Mira, para mí está todo bien lo del odio a Bryce porque me hizo leer un cuento de cabros sin darme cuenta hasta que fue demasiado tarde, pero ¿No te comas las comillas?

Es cruel pedirles a los alumnos que no se coman las comillas ya que hace meses no les alcanza para el básico. Algo tienen que comer y esos veinte céntimos extra los coloca bajo la línea de pobreza. Bueno, esos veinte céntimos y lo que cueste estar en la mejor universidad privada. 30 céntimos más, probablemente.

La interminable ingenuidad de Pontificio Pando

Caminando por la universidad, es fácil observar ciertos objetos o carteles que condicionan el comportamiento del flojo de mierda, estudiante promedio de Comunicación Audiovisual.
Estos carteles nos recuerdan que somos seres humanos y que Al Gore es básicamente Dios y no el director de películas de zombies que creíamos que era.
Algunos, como el siguiente, nos recuerdan que Silencio Fernández debe tener cuidado, sus compañeros en Ciencias fingen estudiar mientras se arman de valor para hablarle a chicas.

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Otros crean la ilusión de conciencia social al gastar dinero en dos tachos de basura que luego se juntaran en un único depósito, desesperando a las 32 personas que han llevado el curso de Ecología por el destino final de los osos polares de algún sitio.
Finalmente, el cartel que está al lado de la biblioteca. Acá se sienta Fernández a almorzar y a decir cosas inapropiadas (o apropiadas) sobre los estudiantes de Sociales.


Los Estudios Generales de toditísimas las Letras

Bueno, ya entraste. ¿Ahora qué? Si eres inteligente, hiciste traslado. Si no lo eres, entraste a Estudios Generales Ciencias o a Estudios Generales Letras. Esta parte consiste en enseñarte los lugares claves de la facultad de Letras para que puedas comer tus chifles en los huecos y poder pedir ayuda al personal de seguridad si te robaron tus tarjetas de Magic. ¿Falta la facultad de Ciencias dices? Bueno…no saben leer así que sería en vano.

La calata. Conocer a la calata es básico para poder pertenecer a la comunidad universitaria. Familiarízate con ella, abrázala, bésala, invítala a tu fiesta de cachimbos y grábatela en la mente para cuando te vayas a ahorcar la cometa –alerta de sentido figurado- antes de acostarte. ¿Quién es la calata? Buena pregunta. Muy buena. ¡Bueno pero hay algo que sí sé!

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En caso de zombies, acude a mí; en cualquier otra situación, acude al sheriff de Letras. Sheriff Letras nació en 1967, hijo de un sheriff y de la letra F. Si eres idiota y no sabes en qué salón es tu clase, si eres idiota y no sabes dónde queda el baño, si eres idiota y necesitas instrucciones para llegar al quiosco de las viejas molestas (si compras un helado ALÉJATE de este tacho), si eres idiota y necesitas consejos sobre disfunción eréctil a los 18 años de edad: el sheriff será tu gurú espiritual durante los siguientes dos años (Ja! Bien que te quedarás en Letras como siete años).

Son venados, no bisontes.

Los venados de la PUCP son algo que los que no estudian ahí toman como un mito urbano, algo así como los derechos de la mujer. Pero no, señores, los venados si existen.

Caminando por la Cafetería Central (sólo se camina por ahí, no se les ocurra comer ahí aun si tienen aquellos 20 céntimos, aristócratas de mierda) encontré un venado y me alegré.

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Le tomé una y mil fotos. Les podrá parecer extraño ya que a pesar de “estudiar” ahí todos los dias, el estudiante promedio, se seguirá emocionando como niña cada vez que vea un venado. Bueno para que vean que el queso es latino y pseudo periodista, solicité una entrevista con Carlos Sotomayor de la Católica y me dijo que había como entre 30 y 40 venados en la universidad y luego perdí el interés así que me puse a imaginar a su secretaria calata. Pero, ¿cuarenta venados? Joder, tío. Acá hay algunas fotos de todos los venados y ardillas que pude encontrar (sí, no tengo vida social):

uno!

dos!

tres!

cuatro!

cinco!

seise!

sietes!


Todo era primoroso hasta que uno de los venados, alarmado por mi presencia, embistió a un estudiante –esperemos que haya sido de filosofía- y lo dejó moribundo así que me largué y busqué otros sitios interesantes de la Universidad, como el martillo-Alejandro Toledo. Es Arte, dice nadie.

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El Paraíso de los Cuys

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Caminando y tomándole fotos a las parejas que se revolcaban en el pasto (esas fotos están en otro blog) llegué al otro extremo de la universidad. Sentí escalofríos recorrer mi sensual espalda y es que, niños, esta es tierra de nadies. Los hombres de letras no somos bienvenidos aquí.

Cruzando ese montón de barro que lo venden como huaca, llegué a un lugar que jamás había pisado. Cubierto por vegetación y metales coloridos llegué a lo que nunca llegará a ser conocido como El Paraíso de los Cuys™.

Inspeccioné el lugar en busca de mujeres desorientadas y vulnerables, pero lo que encontré fue aún más mejor. El horno-cuyera es una especie de campo de concentración para cuys creado en la época de la colonia. Esta información ha sido sacada de mi asno con mucha rigurosidad pero bien podría haber sido sacada del asno de cualquier experto en hornos-cuyeras. Si no pueden leer la imagen, la hormiga panzona gigante con el trinche en la mano está diciendo: “Ahora mis pequeños cuyes ya estarán más calentitos y se podrán reproducir y crecer más rápido”. Todo esto es perfecto, pero tengo una duda: ¿Tener a los cuys más calentitos de la cuadra es una verdadera preocupación para los puqueños? No puedo imaginar un martes en la tarde en el Cafetal escuchando conversaciones (siempre lo hago) donde se discuta este tema:

-Habla Riquelme con brazos, ¿qué tal pe breda?

-Ahí pe.

-¿Qué pasa?

-Puta broer, los cuys on. Por la puta madre on los cuys.

-¿Qué pasa con los cuys breda?

-No están los suficientemente calentitos.

-La CSM.

Yo sabía que no alcanzaba para el basic pero criar cuys me parece un poco excesivo. Todo el asunto me pareció una broma pesada por parte del espíritu de Pontificio Pando, ciertamente no podían haber cuys en la luniversidad, ¿o sí?

Seguí caminando y lo único que podía ver era el subibaja más gueto de lima. Cinco asientos. CINCO. Dos estudiantes de Ingeniería vs. 34 de Artes Escénicas y así no juega Perú.

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El cuy Pucp existe en nuestros sueños.

La Plaza de la Memoria

Deprimido, regresé a la civilización. Todo el mundo sabe que el mejor café es aquel que se toman en un sitio bonito escuchando música y viendo a gente atractiva. El hecho de que esté localizado frente al monumento en memoria de alumnos asesinados de la PUCP no me preocupa tanto como el hecho de que esté rodeado por gente de Ciencias y Sociales. La combinación es letal al crear las temibles Ciencias Sociales. No hay café que valga.

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Bueno, para los que han leído el artículo que escribí sobre ella y para los lornas que jugaban Magic aquí y que por algún acto de justicia divina (o poética) sufrieron de amnesia, ésta es la Plaza de la Memoria.

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No es mucho, ¿no?

Supongo que ya toda la polémica alrededor de este asunto se desvaneció y nadie hace la señal de la cruz cuando pasa por ahí. Aquí está la famosa plaquita de Javier Heraud, tataranieto del rey Herodes, en todo su esplendor. Y cuando digo esplendor me refiero a que esta colocada horizontalmente y se puede leer, privilegio que no recibieron los demás recordados porque no escribieron nada paja como Heraud o Bryce Echenique.

No, perdón, que se joda Bryce Echenique.